domingo, 7 de julio de 2013

Madre mía.

Cuando se muera la madre, da igual la edad que tengas, te sentirás huérfano. Aunque hiciera años que eras tú quien cuidaba de ella, te sentirás desamparado. Aunque tengas nietos, notaras que te faltan anclajes para la vida. Aunque brille el Sol radiante, lo verás todo gris.



Pero todo es del color del cristal con que se mira, así que vete al mar, pasea, nada, bucea. Que las lagrimas se pierdan en su inmensidad y cuando vuelvas a la orilla verás que el color está ahí, esperándote.






Las flores que presento hoy tienen la característica de que ninguna abulta más que la yema del dedo meñique. Son flores silvestres de la montaña vasca, que con objetivo macro, trípode y mucha paciencia intento sacar en todo su esplendor. Gracias por tu visita y espero que te hayan gustado.